Las células madre son células del organismo que tienen el potencial de convertirse en varios tipos de células especializadas, a través de un proceso denominado diferenciación. 

Las células madre pueden clasificarse en células madre embrionarias y células madre adultas. El uso de las células madre embrionarias conlleva múltiples problemas éticos. Sin embargo, las células madre adultas al encontrarse en tejidos y órganos adultos no presentan ningún problema.

En humanos, se conocen hasta ahora alrededor de 20 tipos distintos de células madre adultas, que son las encargadas de renegerar los tejidos en continuo desgaste (como la piel o la sangre) o tejidos que han sufrido un daño (como por ejemplo el hígado). Dentro de las células madre adultas se encuentran las células madre mesenquimales, caracterizadas por ser multipotentes, es decir, por poseer la capacidad de convertirse en un tejido diferente del que formaban parte. Estas células se diferencian hacia diversos linajes celulares como son los condrocitos (células del cartílago), osteocitos (células óseas), cardiomiocitos (células del corazón), adipocitos (células grasas), mioblastos (precursores de células musculares), neuronas y astrocitos (células gliales).

Tanto los dientes de leche de los niños como las muelas del juicio, son una fuente excelente de células madre mesenquimales. Con el paso del tiempo, las células madre dentales van perdiendo la capacidad de diferenciación y proliferación, por lo que es conveniente preservarlas cuanto antes.

De esta manera, nosotros envejeceremos, pero nuestras células madre no